Desde las altas cimas,
entraba,
sigilosa,
entre las rocas,
entre los pinos.
Se deslizaba,
con elegancia,
por las laderas,
asomando,
su fría presencia,
en silencio,
sin causar molestia.
Lentamente,
hacía suyo,
el paisaje,
abrazando,
delicadamente,
al aire.
Todo,
quedaba envuelto,
en un halo,
de misterio,
donde formas fantasmales,
cobraban protagonismo.
Con mucha discreción,
regaba el bosque,
sin lluvia,
sólo con partículas,
pulverizadas,
de agua,
diminutas,
que iba depositando,
en las hojas,
en las ramas,
en los troncos,
con esmero,
con detalle,
con precisión.
Avanzaba,
la niebla,
por el bosque,
empapando,
con su esencia,
su presencia,
bendecida,
por la vida,
que genera.
Gonzalo Bautista, Junio de 2010.