Hace muchos meses atrás, aquel enorme cetáceo aparecía moribundo en la costa.
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Las autoridades creyeron oportuno conservar la osamenta tan estupenda que presentaba. Y decidieron hacerle un monumento en el mismo lugar donde apareció una mañana.
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Ahora, está inmortalizado, no sólo en cuerpo, sino en las miles de fotos que se hacen los turistas que, a diario, pasan a su lado.
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Homenaje al cetáceo, que un día salió de las aguas del Atlántico, para morir entre los seres humanos, y ahora, reposa tranquilamente en su trono de acero, vigilando el paso del tiempo.
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Su enorme tamaño me hace pensar en la grandeza de su alma, y cada vez que por allí paso, no puedo resistir la tentación de pararme un segundo para enviarle un cariñoso saludo.
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Aunque siempre me asalta la duda de por qué éstos seres salen a morir a la costa. Es uno de los grandes misterios del mar.
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Fuerteventura.
2 comentarios:
Gonzalo te va a parecer increible pero estaba leyendo el posy y me olía a mar, y me dirás, "Eternia vives al lado del mediterráneo" pues siii pero tengo la ventana cerrada.
Ha sido ver estas fotos y no se recordar el olor del Atlántico, su profundidad y el día en que a una semana de llegar a Tenerife puede ver desde mi azotea a estos cetázeos navegando y jugando entre las aguas, fue impresionante!!
Ains nunca me imaginé que fuese a añorar tanto las Islas, gracias por traermelas un poco más cerca.
Besazos amigo mío.
Me entristece cuando explicas lo de su muerte, me la imagino llegando a la orilla, cansada, casi sin aliento.
Se merece este reconocimiento, y tu con tus fotos ya le estas rindiendo homenaje.
Besos duende sensible.
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